III



La leyenda del Sol y la Luna




Podemos entender en esta leyenda que antes de que hubiera día en el mundo, se reunieron los dioses en Teotihuacan.

-¿Quién alumbrará al mundo?- preguntaron.

Un dios arrogante que se llamaba Tecuciztécatl, dijo: 

-Yo me encargaré de alumbrar al mundo. 

Después los dioses preguntaron: 

-¿Y quién más? -Se miraron unos a otros, y ninguno se atrevía a ofrecerse para aquel oficio. 

-Sé tú el otro que alumbre -le dijeron a Nanahuatzin, que era un dios feo, humilde y callado. y él obedeció de buena voluntad. 

Luego los dos comenzaron a hacer penitencia para llegar puros al sacrificio. Después de cuatro días, los dioses se reunieron alrededor del fuego. 

Iban a presenciar el sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin. entonces dijeron: 

-¡Ea pues, Tecuciztécatl! ¡Entra tú en el fuego! y Él hizo el intento de echarse, pero le dio miedo y no se atrevió. 

Cuatro veces probó, pero no pudo arrojarse 

Luego los dioses dijeron: 

-¡Ea pues Nanahuatzin! ¡Ahora prueba tú! -Y este dios, cerrando los ojos, se arrojó al fuego. 

Cuando Tecuciztécatl vio que Nanahuatzin se había echado al fuego, se avergonzó de su cobardía y también se aventó. 

Después los dioses miraron hacia el Este y dijeron: 

-Por ahí aparecerá Nanahuatzin Hecho Sol-. Y fue cierto. 

Nadie lo podía mirar porque lastimaba los ojos. 

Resplandecía y derramaba rayos por dondequiera. Después apareció Tecuciztécatl hecho Luna. 

En el mismo orden en que entraron en el fuego, los dioses aparecieron por el cielo hechos Sol y Luna. 

Desde entonces hay día y noche en el mundo. 


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